jueves, 17 de enero de 2013

Sí a la caza

Os pongo en situación. Hoy al ver en el Facebook la foto que más abajo podéis ver, yo dije que estaba en desacuerdo con dicha afirmación y al preguntarme la persona que colgó la foto el porque de mi desacuerdo le contesté todo lo que viene a continuación. Solo espero no aburriros, pero me ha parecido interesante compartirlo a través del blog porque es ésta mi opinión sobre un tema bastante en voga últimamente.


... Cuando la mayoría de la gente se opone a la caza o la demoniza, si le preguntas la razón de este divorcio te das cuenta que las razones que hacen que se opongan a esta son razones muy poco razonables, muy lejos de la realidad de nuestra naturaleza y de sus necesidades. La gente cuando habla de la caza, piensa en maltrato, armas, muerte...etc (muy lejos de la realidad). Y casi siempre, desde un punto de vista moral (aquí habría que ver a que consideramos moral o donde ésta se debe o no se debe aplicar) intentan justificar su oposición a la misma. Hay que decir, por mucho que les pese a algunos, que la naturaleza es totalmente amoral, no digo que nosotros no utilicemos la moral, solo digo que la naturaleza no la necesita, no conoce ese término.

El ser humano ha desequilibrado la naturaleza desde el momento que se ha valido de ella para su propio beneficio (hasta aquí como cualquier ser vivo), la diferencia con otros seres vivos es que el ser humano además de valerse de ella la ha modificado, ha modificado el ecosistema y el hábitat en el que vive para que así le sea más fácil vivir, sacar más beneficios de él. Por así decirlo, en este momento es el hábitat el que se adapta a nosotros, no nosotros a él. Por todo esto es nuestra especie la que más y de una forma más intensa ha modificado los ecosistemas en los que aparecemos, pero esto no es nuevo, ya sucede desde tiempos inmemoriales, desde el neolítico dirá mucha gente. Nuestra especie es así, lo llevamos en los genes, podemos utilizar nuestro raciocinio para que este desequilibro entre naturaleza y ser humano no se pronuncie más ya que somos parte de ella y sus problemas son los nuestros, si la maltratamos a ella nos estamos maltratando a nosotros mismos y a nuestros hijos pero sin olvidar que ya la hemos cagado mucho y el desequilibrio es patente. En la actualidad, no porque dejemos de hacer actividades en la naturaleza, dejemos de cazar, pescar, escalar montañas, hacer turismo rural o aprovechar los recursos que nuestros bosques nos brindan ésta va a volver a su estado inicial, no, esto no sucederá.

No digo que dejemos las cosas como están, no, ni que esquilmemos nuestro patrimonio natural, tampoco. Es aquí, en la forma en la que abordemos el problema donde donde creo que está la clave de la cuestión. Muchas veces no avanzar no significa quedarse quieto en el mismo lugar, sino retroceder, esto mismo sucede con nuestro medio natural. Cuando la mayoría de la gente piensa en la naturaleza ideal, en como quiere ver, en este caso, los parques nacionales sin caza, piensa en un parque nacional lleno de animales, ideales y divinos de la muerte, mofetas rezumando aire de Loewe por el culo y ríos de aguas transparentes llenos de unas cosas que son como las truchas de la piscifactoría que compra mamá y que te rozan cuando vas a bañarte los domingos al curueño y llenas sus márgenes de despojos varios y bolas de papel albal. Nada más lejos de la realidad y ni que decir tiene que las causas de no ver a Bambi cerca de la carrertera o que Nemo no sea quien te roce la entrepierna no es la actividad cinegética.

Bien, pues nuestro ecosistema, en el que vivimos y dentro del cual también se encuentran los parques nacionales, está tan modificado que si nosotros dejamos a la naturaleza en paz, como muchos quisieran, no se conseguiría ésto, sino todo lo contrario, quizás acabásemos con nuestra flora y fauna tal y como la conocemos. La gran mayoría de los ecosistemas terrestres dificilmente se mantendrían como los conocemos (o mejor) sin nuestra ayuda y sin nuestra intervención. No hacer nada se llama preservación, y puede ser contraproducente. Al igual que los coches o los aparatos mecánicos que necesitan ser utilizados para que se mantengan en buen estado a la naturaleza le sucede lo mismo. Si nosotros queremos que nuestros parques nacionales funcionen, su fauna y su flora se mantengan en un estado óptimo, tenemos que concienciar a nuestra sociedad de que son necesarios para nuestro bienestar, los necesitamos. Y que mejor manera de necesitarlos que vivir de ellos.

De la misma forma que la mejor manera de mantener nuestro medio rural, sus tradiciones y su cultura es que haya gente en los pueblos, niños que vayan a la escuela y abuelos que les cuenten a la luz de la lumbre sus historias y sus mentiras. Niños que vean la matanza y que sientan el amor por ese medio y sus moradores que sienten sus abuelos, que compartan su forma de vida, que palpen nuestro patrimonio de su mano, como decía, de la misma manera que esta es la única forma de que nuestro medio rural se conserve, la única forma de que nuestro ecosistema se mantenga y mejore es que aprendamos a conservarlo. Esta es la clave, conservación frente a preservación. Conservar significa cuidar de nuestra naturaleza porque nos interesa, porque nos beneficia, porque sin ella nuestro modo de vida desaparecería. Y para conservarla la gente que vive en el medio rural tiene que beneficiarse de ella, como lo ha hecho siempre, tiene que vivir en simbiosis con ella, como lo ha hecho siempre. La solución no pasa por no hacer nada en nuestros parques nacionales sino hacer un aprovechamiento sostenible de ellos, para que la gente de nuestros pueblos no se vaya, no desaparezca, para que haya trabajo y así se queden en ellos. Si nuestros pueblos desaparecen, nuestra naturaleza tal y como la conocemos también. Estas gentes son los mejores guardas de campo posibles, los mayores conservacionistas, los que más aman nuestra naturaleza y los que mejor la comprenden porque para eso se han criado en ella.

Si no queremos que nuestros pueblos desaparezcan sus gentes tienen que tener un modo de vida, y aquí es donde tanto la caza, como el turismo rural, como la pesca, como las cooperativas, como las empresas rurales, los pequeños negocios, la agricultura y la ganadería, la apicultura, las serrerías se vuelven no un capricho "moral" sino una actividad necesaria y beneficiosa para nuestro medio rural y para sus gentes, para nuestra naturaleza en definitiva. Son actividades sostenibles, modos de aprovechamiento del hábitat que dinamizan nuestras zonas rurales y les reportan un dinero necesario a ayuntamientos, mancomunidades, familias y personas de nuestro medio natural y de nuestros parques nacionales. Cuando se habla desde la ignorancia es muy fácil dejarse llevar por juicios de valor, de ideas moralistas que están muy lejos de las necesidades de nuestro campo y de nuestra naturaleza y más con un tema tan especial como es la caza, en el que es muy fácil utilizar demagogia barata pero no por ello acertada. La caza juega un papel "vital" como actividad sostenible necesaria para conservar nuestros parques nacionales, no por más cazar nos vamos a quedar sin fauna o sin determinadas especies cinegéticas, no, esto no es así porque la caza en ellos esta bien regulada y siempre bajo el asesoramiento de expertos que tienen muy en cuenta el relevo generacional y el ciclo de vida de nuestras especies. No es cazar por cazar, es cazar sin que perjudique a nuestra fauna, de acuerdo con las posibilidades del parque y que ésta repercuta en un mejor nivel de vida de los habitantes de estas zonas rurales, que no se cierren las escuelas y que los niños todavía puedan correr por nuestros pueblos. Ya dije que no por dejar las cosas como están sin tocar nada, sin cazar, sin pescar, sin talar arboles, sin cultivar, sin generar negocios en la zona, sin dejar que la gente pasee por el parque o escale una montaña vamos a hacer que las cosas mejoren, no todo lo contrario. Y todo en su justa medida.

Y no voy a entrar a valorar la caza desde otros putos de vista como puede ser el control de poblaciones, algo que para la gente que no este muy familiarizada con la naturaleza le sonará a chino. Y es que hay poblaciones silvestres que por el desequilibrio que hemos causado en nuestro ecosistema, hoy día al no tener predadores por encima de ellos, o no los suficientes, crecen de forma desmesurada, sin control, perjudicándonos no solo económicamente sino llegando a suponer un peligro físico para el ser humano. Para estas poblaciones se lleva a cabo un control poblacional, en el que en la mayoría de los casos se utiliza la caza, ya que es el método más natural y menos dañino para erradicar el problema, amén de sacar de paso un beneficio económico en esta erradicación, ya que los cazadores pagan por hacer el trabajo que de otra forma deberían llevar a cabo cazadores profesionales o las fuerzas de seguridad del estado. Vease los descastes de los conejos o la epidemia de la sarna de nuestro rebeco cantábrico. Por no poner ejemplos lejos de nuestras fronteras con innumerables especies cimarronas (pongo un enlace por si quieres leer más al respecto sobre estas especies /segunda parte/). Tampoco hay que olvidar que el primer parque nacional de España fue el parque de Covadonga, lo que hoy es Picos de Europa. Este parque nacional antes de serlo fue una reserva de caza, y fué entonces cuando se llevaron a cabo los primeros censos de fauna silvestre de nuestro país, es curioso no, una reserva de caza es la que realiza unos de los primeros censos conocidos y exhaustivos de su territorio. Pues es cierto y es que no hay que olvidar que los cazadores, los buenos cazadores son los primeros y principales conservacionistas y ecologistas.

Como en todos los colectivos puede haber ovejas negras pero no por ello debemos satanizar a todo el colectivo, no nos confundamos y tener en cuenta que cuando muchas veces oímos: Un águila imperial muere envenenada en una finca de caza, no quiere decir ni que los cazadores ni que el dueño de la finca la hayan matado adrede, no quiere decir que en pos del beneficio de las especies cinegéticas hayan terminado con la vida de una rapaz tan emblemática y majestuosa. Puede ser veneno o fitosanitaros que nada tienen que ver con la caza ni los cazadores y más con el aprovechamiento agrícola y ganadero de la zona, como pasó con la clorofascinoma utilizada contra la plaga de topillos campesinos que asoló los campos de castilla la vieja hace tres veranos. Y no por todo esto vamos a crucificar a todos los agricultures.

Todo es relativo. La caza es una actividad tradicional y de vital importancia en la conservación de nuestro ecosistema y su buen funcionamiento.

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